Segun se detalla en el informe de CIFRA de la CTA, la actividad económica mostró un crecimiento del 5,2% en 2022. Pero a pesar de la fuerte recuperación económica que tuvo lugar en ese año y el año previo, el nivel de actividad se ubicó apenas 0,5% por encima del que tenía en 2015. La continuidad de ese crecimiento queda hoy puesta en duda, ante la evidencia de una reducción del PBI en el último trimestre del año pasado, un estancamiento de acuerdo con los datos preliminares de inicios de este año, y el recrudecimiento de la inflación, la escasez de reservas externas, la tensión cambiaria y el deterioro de los ingresos reales en la actualidad.
Y se refiere de manera puntual a la situación del trabajo: el empleo aumentó en línea con el PBI, o incluso por encima de éste, sin que esa expansión se detuviera ante la caída relativa del PBI de finales de 2022. Como resultado del importante aumento en la cantidad de puestos de trabajo, se llegó a una tasa de desocupación de 6,3% en el último trimestre de ese año.
Empleo no registrado en ascenso
Empleo no registrado en ascenso
El incremento del empleo se caracterizó por un deterioro en su calidad, ante la mayor tasa relativa de aumento en el empleo asalariado no registrado. Entre los últimos trimestres de 2019 y de 2022, la cantidad de puestos de trabajo creció en términos netos casi 1,1 millones, de los cuales 480.000 fueron puestos asalariados no registrados.
Ingresos laborales y pobreza
El proceso de crecimiento económico y del empleo con descenso de la desocupación no se ha reflejado positivamente en los ingresos de las y los trabajadores. El poder adquisitivo del ingreso laboral promedio sufrió una reducción de 8,6% entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo trimestre de 2022. Más aún, dado que el ingreso laboral ya había sufrido un deterioro aún más fuerte durante la crisis socioeconómica de 2018 y 2019, cuando se compara el valor del último trimestre de 2022 con el del mismo trimestre de 2017, la caída real resulta del 26,3%.
El empeoramiento real de los ingresos de los hogares provocó un aumento en el nivel de pobreza, que creció a lo largo de 2022 y llegó a alcanzar en el último trimestre al 40,5% de la población, es decir, 18,8 millones de personas.
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