El consumo de carne vacuna en Argentina ha experimentado una significativa caída del 17,5% durante el primer cuatrimestre de 2024 en comparación con el mismo período del año anterior. Esta disminución sitúa el consumo en su nivel más bajo de las últimas tres décadas, reflejando una crisis en el sector ganadero y un cambio notable en los hábitos alimenticios de los argentinos.
A pesar de esta caída en el consumo, los precios de las carnes no han seguido una tendencia alcista desmesurada. En abril, el capítulo de alimentos y bebidas no alcohólicas registró un aumento inferior al nivel general de inflación. Específicamente, el precio promedio de las ‘carnes y derivados’ aumentó solo un 4,9% en ese mes, siendo uno de los rubros con menor incremento. Además, los cortes vacunos relevados por el INDEC mostraron un aumento del 4,7% en relación a marzo, mientras que el precio del pollo se incrementó un 8,2%, marcando una diferencia significativa entre ambos tipos de carne.
Faltante de hacienda y consumidores en baja
La situación actual de la cadena de ganados y carnes en Argentina es preocupante. El país enfrenta un marcado faltante de hacienda, lo que tradicionalmente llevaría a un aumento de los precios. Sin embargo, el bajo poder adquisitivo del consumidor argentino está impidiendo que los valores de la carne se recompongan de manera significativa. Este desequilibrio entre oferta y demanda está tensionando el mercado y afectando tanto a productores como a consumidores.
A la par de la caída en el consumo, también se ha registrado una disminución en la producción de carne. En el cuatrimestre enero-abril de 2024, la faena de cabezas de ganado vacuno cayó un 8,1%, mientras que la producción de carne disminuyó un 7,7%. Estos datos reflejan una contracción en la oferta que, combinada con la reducción en el consumo, está configurando un escenario complicado para el sector cárnico.
La combinación de estos factores —baja en el consumo, limitada producción y precios relativamente estables— sugiere que el mercado de carne vacuna en Argentina está atravesando por una fase de ajuste. Los productores se enfrentan a la difícil tarea de equilibrar sus operaciones en un entorno donde la demanda no solo ha caído, sino que también se ve afectada por las restricciones económicas de los consumidores.
En resumen, el desplome del consumo de carne vacuna en Argentina es un indicativo claro de las tensiones económicas que atraviesa el país. Con un mercado que no logra estabilizarse y un consumidor con menor capacidad adquisitiva, el futuro del sector cárnico enfrenta grandes desafíos. Las medidas que se tomen en los próximos meses serán cruciales para determinar si esta tendencia puede revertirse o si la industria deberá adaptarse a un nuevo paradigma de consumo y producción.