En Argentina, el consumo de carne ha alcanzado su nivel más bajo en 26 años, con una caída interanual del 11,3%. Esta tendencia ha despertado preocupación en la industria y en los sectores afines, ya que la carne ha sido tradicionalmente un elemento central en la dieta y la cultura argentina. Aunque los precios de la carne se han mantenido relativamente accesibles en comparación con otras carnes, la demanda sigue sin repuntar.
Varios factores explican esta disminución. Uno de los más importantes es la caída del poder adquisitivo de la población, que ha obligado a los consumidores a ajustar sus hábitos de consumo y a optar por alternativas más económicas. Además, se observa un posible cambio cultural hacia dietas menos centradas en la carne, alineado con una tendencia global de alimentación más saludable y sostenible.
A pesar de la buena oferta disponible, la demanda interna no logra recuperarse. En un contexto inflacionario donde muchos productos han aumentado de precio, la carne ha mostrado incrementos moderados, lo que podría haberla hecho más accesible en comparación con otros alimentos. Sin embargo, los consumidores parecen priorizar otros productos o simplemente consumir menos carne debido a las restricciones económicas.
Mirar al exterior
Este panorama obliga a la industria de la carne a reconfigurarse. La caída en el consumo interno ha hecho que el sector se enfoque más en las exportaciones como una alternativa para sostener su actividad. China se ha convertido en un mercado clave para la carne argentina, aunque su demanda y los precios han mostrado fluctuaciones significativas, generando cierta incertidumbre en el sector exportador.
Además de China, Argentina compite en el mercado internacional con países como Brasil, Estados Unidos y Australia. Sin embargo, la carne argentina sigue siendo reconocida por su calidad, basada en una genética superior del ganado. Esto representa una ventaja competitiva en el mercado global, pero también plantea el desafío de que el sector adopte una mentalidad más orientada a la exportación y a la modernización.
Frente a este contexto, los especialistas señalan la necesidad de innovar y adaptarse a las demandas internacionales. Los llamados a modernizar la industria apuntan a consolidar el prestigio de la carne argentina en el exterior, aprovechando la capacidad del país para ofrecer un producto de calidad y diferenciación, a pesar de los desafíos en el mercado local.