La economía argentina continúa sumida en una profunda recesión, con el consumo mostrando signos alarmantes de contracción. Según los últimos datos proporcionados por la consultora Scentia, la caída del consumo se ha agudizado de manera preocupante en los últimos meses, pasando de un 12% en mayo a un 16,1% en julio, y alcanzando un desalentador 18,8% en la primera quincena de agosto. Esta tendencia a la baja refleja la creciente dificultad que enfrentan los hogares argentinos para mantener sus niveles de gasto.
El estancamiento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en un elevado 4% mensual no ha logrado traducirse en una recuperación del poder adquisitivo de la población. Por el contrario, el aumento desproporcionado de los precios regulados, como tarifas de servicios públicos, colegios privados, combustibles y medicina prepaga, ha superado el doble de la tasa de inflación, anulando efectivamente cualquier incremento salarial y agravando la situación económica de las familias.
En un intento por estimular el consumo, los supermercados han implementado agresivas promociones con descuentos de hasta el 25%. Sin embargo, estas estrategias han demostrado ser ineficaces para revertir la tendencia negativa de manera sostenida. La persistente caída en las ventas sugiere que los consumidores están adoptando una postura cautelosa, priorizando gastos esenciales y postergando compras no indispensables.
Canasta básica y reducción de gastos
El impacto de la recesión se hace evidente en sectores fundamentales de la canasta básica. El consumo de carne ha alcanzado su nivel más bajo en un siglo, con apenas 45 kilos por habitante al año, una cifra drásticamente inferior a los más de 75 kilos registrados en años anteriores. Este dato no solo refleja un cambio en los hábitos alimenticios, sino también una disminución significativa en la capacidad de compra de los argentinos.
La industria láctea tampoco ha escapado a esta tendencia negativa. Las ventas de leche experimentaron una caída del 14,4% durante el primer semestre del año, un indicador preocupante considerando la importancia de este alimento en la dieta diaria. Esta disminución en el consumo de productos básicos subraya la gravedad de la situación económica que atraviesa el país.
El sector de frutas y verduras ha sido uno de los más golpeados, con una caída en las ventas del 40% según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Esta dramática reducción no solo afecta a los consumidores, quienes ven limitado su acceso a una alimentación variada y nutritiva, sino que también impacta severamente en los productores y comerciantes del sector.
Clases medias castigadas
El panorama se torna aún más sombrío al considerar que el 70% del consumo es impulsado por las clases medias y bajas, precisamente los segmentos de la población que han experimentado una mayor reducción en su poder adquisitivo. Esta situación pone de manifiesto la creciente desigualdad económica y las dificultades que enfrenta una amplia mayoría de la sociedad argentina para mantener su calidad de vida.
En conclusión, la persistente recesión y la falta de reacción en el consumo durante agosto pintan un cuadro desalentador para la economía argentina. La combinación de alta inflación, aumento de tarifas y caída del poder adquisitivo ha creado un círculo vicioso difícil de romper. Sin medidas efectivas que estimulen la economía y protejan el poder adquisitivo de los ciudadanos, es probable que esta tendencia negativa se prolongue, profundizando aún más la crisis económica que atraviesa el país.