Según datos recientes, en diciembre los alimentos y bebidas aumentaron un 29,7%, mientras que el IPC interanual de 2023 alcanzó un preocupante 251,3%. Es notable que los precios de alimentos y bebidas subieron más que la inflación en ese período. Para enero de 2024, las estimaciones de inflación son igualmente alarmantes. Consultoras privadas proyectan un aumento del 20%, mientras que el Gobierno porteño informa que en CABA los precios se elevaron un 21,7%. En el caso de alimentos y bebidas no alcohólicas, el aumento fue del 25,4%.
La relación entre los alimentos y la inflación es evidente, ya que los alimentos han experimentado aumentos por encima de la inflación en los últimos años. Algunos alimentos básicos han visto incrementos significativos en sus precios, lo que impacta directamente en el costo de vida de la población.
Incertidumbre de precios
La liberación de precios ha generado efectos de segunda ronda en productos vinculados a insumos importados o exportables, lo que ha contribuido a la incertidumbre sobre su impacto en distintos rubros. Además, los aumentos de tarifas y salarios se prevé que influirán en los próximos meses.
Si finalmente se logra la unificación cambiaria en el horizonte, se espera una corrección de precios que beneficiará a exportadores y permitirá una recomposición de los precios internos. Este proceso conllevará un reacomodamiento de precios relativos debido a la liberación, ajuste y acomodamiento de costos en la economía.
La influencia de la demanda y la apertura económica también juegan un papel crucial en la evolución de los precios. La fuerza de la liberación de la represión y los costos empresariales impulsan los precios al alza, mientras que la recesión y el ajuste ejercen cierta contención sobre ellos. Las importaciones y la demanda serán determinantes para encontrar un punto de equilibrio en la inflación a corto plazo.